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El Domingo Digital

16 de octubre: De la feria. Verde. Santa Eduvigis, r. (ML). Blanco. Santa Margarita María Alacoque, v. (ML). Blanco.

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Chile San Pablo |

LECTURA Rom 3, 21-30

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.

Hermanos: Sabemos que la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas, se ha manifestado indepen­dientemente de la Ley. Por la fe en Jesucristo, viene la justicia de Dios para todos los que creen. Porque no hay ninguna distinción: todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cum­plida en Cristo Jesús. Él fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, gracias a la fe. De esa manera, Dios ha querido mostrar su justicia: en el tiempo de la paciencia divina, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente, y en el tiempo presente, siendo justo y justificando a los que creen en Jesús. ¿Qué derecho hay entonces para gloriarse? Ninguno. Pero, ¿en virtud de qué ley se excluye ese derecho? ¿Por la ley de las obras? No, sino por la ley de la fe. Porque nosotros estimamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley. ¿Acaso Dios es solamente el Dios de los judíos? ¿No lo es también de los paganos? Evidentemente que sí, porque no hay más que un solo Dios. Palabra de Dios.

Comentario: San Pablo sabe que los judíos estaban bajo el yugo de la Ley mo­saica y los gentiles bajo la esclavitud del Imperio romano. La sanación para ambos viene del don de Dios y su gracia, que es totalmente gratuito. Porque ya nadie podrá jactarse de sí mismo, como él lo hacía antes de su conversión, que se creía salvado por el mero cumplimiento de la Ley.

SALMO Sal 129, 1-6

R. ¡En ti se encuentra la misericordia, Señor!

Desde lo más profundo te invoco, Señor. ¡Señor, oye mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria. R.

Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir? Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido. R.

Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra. Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora. R.

ALELUIA Jn 14, 6

Aleluia. «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí», dice el Señor. Aleluia.

EVANGELIO Lc 11, 47-54

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Jesús dijo a los fariseos y a los doc­tores de la Ley: «¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profe­tas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros. Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: “Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos”. Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto. ¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden». Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación. Palabra del Señor.

Comentario: Jesús recuerda a los doc­tores de la Ley que Abraham exultó en la esperanza al ver su día llenó de alegría. Esto es lo que no entendían los doctores de la Ley, pues habían perdido el sentido de la felicidad, que solamente viene de la fe. Por eso Abraham ha sido capaz de ser feliz, porque tenía fe: se ha hecho justo en la fe. Sin duda que la hipocresía de los doctores de la Ley es aborrecida por Dios, porque no hay nada peor en el alma de un creyente. Jesús es la única “puerta” (Jn 10, 9) y quienes lo representan no pueden creerse “dueños” de la Iglesia y de la fe, cualquiera sea su lugar y ministerio.

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