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El Domingo Digital

18 de agosto: San Alberto Hurtado, p. (MO). Blanco

18 de agosto: San Alberto Hurtado, p. (MO). Blanco

Chile San Pablo |

Leccionario Santoral: Sant 2, 14-18; Sal 111, 1-9; Mt 25, 35-40.

Día Nacional de la Solidaridad. Prefacio de los Santos Pastores.

LECTURA Jc 2, 11-19

Lectura del libro de los Jueces.

Los israelitas hicieron lo que es malo a los ojos del Señor y sirvieron a los Baales. Abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había hecho salir de Egipto; fueron detrás de otros dioses –los dioses de los pueblos vecinos– y se postraron delante de ellos, provocando así la indignación del Señor. Abandonaron al Señor para servir a Baal y a Astarté. Por eso, la ira del Señor se encendió contra Israel: Él los puso en manos de salteadores, que los despojaron; los entregó a los enemigos que tenían a su alrededor, y no pudieron oponerles resistencia. En todas las campañas, la mano del Señor se ponía en contra de ellos para hacerles mal, como el mismo Señor lo había dicho y jurado. Así se encontra­ron en una situación muy angustiosa. Entonces el Señor suscitaba jueces, que salvaban a los israelitas del poder de los salteadores. Pero los israelitas no escuchaban a sus jueces, sino que se prostituían, yendo detrás de otros dioses y postrándose delante de ellos. Se desviaban muy pronto del camino seguido por sus padres, que habían obedecido los mandamientos del Señor. Ellos, en cambio, no hacían lo mismo. Cuando el Señor les suscitaba jueces, estaba con el juez y los salvaba de las manos de sus enemigos mientras vivía el juez, porque se compadecía de los gemidos que les provocaban sus opre­sores y perseguidores. Pero cuando moría el juez, volvían a pervertirse más aún que sus antepasados: iban detrás de otros dioses para servirlos y postrarse delante de ellos, sin renunciar en nada a sus malas acciones y a su conducta obstinada. Palabra de Dios.

Comentario: El Autor presenta los males es que asolaron la vida social y religiosa de Israel, pues serán una constante en la época posexílica. Además, se muestra la infidelidad a Yahvé para explicar las causas que llevaron al pueblo hacia el exilio y el sufrimiento.

SALMO Sal 105, 34-37. 39-40. 43. 44

R. ¡Acuérdate de mí, Señor!

No exterminaron a los pueblos como el Señor les había mandado; se mez­claron con los paganos e imitaron sus costumbres. R.

Rindieron culto a sus ídolos, que fueron para ellos una trampa. Sacrificaron en honor de los demonios a sus hijos y a sus hijas. R.

Se mancharon con sus acciones y se prostituyeron con su mala conducta; por eso el Señor se indignó contra su pueblo y abominó de su herencia. R.

El Señor los libró muchas veces, pero ellos se obstinaron en su actitud. Sin embargo, Él miró su aflicción y escuchó sus lamentos. R.

ALELUIA Mt 5, 3

Aleluia. Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Aleluia.

EVANGELIO Mt 19, 16-22

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Se acercó un hombre a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué obras bue­nas debo hacer para conseguir la Vida eterna?». Jesús le dijo: «¿Cómo me pre­guntas acerca de lo que es bueno? Uno solo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamien­tos». «¿Cuáles?», preguntó el hombre. Jesús le respondió: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo». El joven dijo: «Todo esto lo he cumplido: ¿qué me queda por hacer?». «Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme». Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes. Palabra del Señor.

Comentario: El joven se queda triste cuando Jesús le pide que venda sus rique­zas, porque está muy apegado a ellas. Las riquezas tienen la capacidad de seducir y hacernos creer que estamos en un pa­raíso terrestre. Sin embargo, ese paraíso terrestre es vivir sin horizonte y sin darle un “sentido” a lo que se posee. Seguir a Jesús exige esfuerzo, desprenderse de lo que uno más ama. Significa sacrificio, pero también alegría y realización humana. No hay que tener miedo a lo que nos exija la vivencia cristiana, porque Jesús nos orienta y acompaña.

 

 

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