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El Domingo Digital

20 de mayo: De la feria. Blanco. San Bernardino de Siena, p. (ML). Blanco.

20 de mayo: De la feria. Blanco. San Bernardino de Siena, p. (ML). Blanco.

Chile San Pablo |

Prefacio de Pascua.

LECTURA Hech 14, 19-28

Lectura de los Hechos de los Após­toles.

Algunos judíos de Antioquía y de Iconio vinieron a Listra y lograron convencer a la multitud. Entonces ape­drearon a Pablo y, creyéndolo muerto, lo arrastraron fuera de la ciudad. Pero él se levantó y, rodeado de sus discípulos, regresó a la ciudad. Al día siguiente, partió con Bernabé rumbo a Derbe. Después de haber evangelizado esta ciudad y haber hecho numerosos dis­cípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En cada comunidad establecieron presbíteros y, con oración y ayuno, los encomenda­ron al Señor en el que habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embar­caron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir. A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos. Después permanecieron largo tiempo con los discípulos. Palabra de Dios.

Comentario: San Pablo y san Bernabé repiten su visita a las comunidades ya evan­gelizadas, en un intento de consolidar su fe. Pero en el trayect, están los detractores y adversarios que quieren eliminar su mensa­je. A pesar de ello, exhortan a permanecer en la fe y recuerdan sus experiencias sobre cómo Dios abrió la “puerta de la fe” a los paganos. La fe no es un derecho adquirido, por pertenecer a un grupo o raza, sino una gracia que se corresponde a Dios, aban­donándose en sus manos y colaborando en su obra.

SALMO Sal 144, 10-13. 21

R. ¡Que tus fieles manifiesten tu gloria, Señor!

Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y procla­men tu poder. R.

Así manifestarán a los hombres tu fuer­za y el glorioso esplendor de tu reino: tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. R.

Mi boca proclamará la alabanza del Señor: que todos los vivientes bendi­gan su santo Nombre. Que tus amigos manifiesten la gloria de tu reino, desde ahora y para siempre. R.

ALELUIA Cf. Lc 24, 46. 26

Aleluia. El Mesías debía sufrir, y re­sucitar de entre los muertos para entrar en su gloria. Aleluia.

EVANGELIO Jn 14, 27-31

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: «Me voy y volveré a ustedes». Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que Yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean. Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí, pero es necesario que el mundo sepa que Yo amo al Padre y obro como Él me ha ordenado. Palabra del Señor.

Comentario: Los pueblos semitas se deseaban y daban la paz en los saludos y despedidas. No obstante, la paz que ofrece Jesús no tiene nada que ver con lo que el poder dominante propone ni tampoco nos libra de las dificultades. Jesús enfrenta a las fuerzas promotoras de la muerte para que la comunidad sea semilla de la paz que nace de la propia justicia. De este modo, la paz que nos regala Jesús es la seguridad de que está con nosotros, en medio de las dificultades y las preocupaciones de la vida.

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