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El Domingo Digital

4 de septiembre: De la feria. Verde.

4 de septiembre: De la feria. Verde.

Chile San Pablo |

LECTURA Col 1, 9-14

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas.

Hermanos: Oramos y pedimos sin ce­sar por ustedes, para que Dios les haga conocer perfectamente su voluntad, y les dé con abundancia la sabiduría y el sentido de las cosas espirituales. Así podrán comportarse de una manera digna del Señor, agradándolo en todo, fructificando en toda clase de obras bue­nas y progresando en el conocimiento de Dios. Fortalecidos plenamente con el poder de su gloria, adquirirán una verdadera firmeza y constancia de ánimo, y darán gracias con alegría al Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la herencia luminosa de los santos. Porque Él nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido, en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados. Palabra de Dios.

Comentario: San Pablo, como buen oran­te, cree en el poder de la oración y pide por su comunidad. Por eso, implora la sabiduría y el sentido de las cosas espirituales, dones del Espíritu que llevará a la comunidad a conocer a Dios personalmente y a discernir su voluntad.

SALMO Sal 97, 2-6

R. ¡El Señor manifestó su victoria!

El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.

Los confines de la tierra han contem­plado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.

Canten al Señor con el arpa y al son de instrumentos musicales; con clarines y sonidos de trompeta aclamen al Señor, que es Rey. R.

ALELUIA Mt 4, 19

Aleluia. «Síganme, y Yo los haré pescadores de hombres», dice el Se­ñor. Aleluia.

EVANGELIO Lc 5, 1-11

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y Él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apar­tara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar adentro, y echen las redes». Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si Tú lo dices, echaré las redes». Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador». El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres». Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron. Palabra del Señor.

Comentario: Jesús, con el signo de la pesca, llama a sus primeros discípulos y plantea a Simón Pedro el desafío del lla­mado o “vocación”. La pesca milagrosa es un signo de lo que pasa en la Pastoral de la Iglesia; ninguno, por sus solos doctorados, obtiene algún fruto en sus destinatario, si no interviene el Señor en la evangelización y en la catequesis.  

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