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El Domingo Digital

¡Ánimo! Levántate, te llama: Catequesis del Papa León XIV sobre Bartimeo

¡Ánimo! Levántate, te llama: Catequesis del Papa León XIV sobre Bartimeo

Chile San Pablo |

Este miércoles, ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV continuó su ciclo de catequesis semanales, con una meditación profundamente conmovedora acerca del pasaje evangélico de Bartimeo, el ciego de Jericó (Mc 10,49-52). Bajo el título «¡Ánimo! Levántate, te llama!», el Santo Padre nos invitó a mirar con esperanza nuestras propias heridas a la luz de la misericordia de Cristo.

Bartimeo: el grito de la fe

El Pontífice comenzó señalando un aspecto esencial de la vida de Jesús: sus curaciones. Nos exhortó a presentar al Corazón de Cristo nuestras propias heridas, aquellas zonas oscuras donde nos sentimos paralizados. Y para acompañar esta reflexión, le propuso a todos los presentes mirar a Bartimeo, ese mendigo ciego que grita al borde del camino mientras Jesús pasa.

Jericó, lugar del encuentro, es una ciudad simbólicamente “baja”, situada por debajo del nivel del mar. Desde allí, Jesús inicia su subida a Jerusalén, un movimiento que simboliza su descenso hasta lo más profundo de la humanidad caída para levantarla. Bartimeo, cuyo nombre podría significar “hijo del honor”, vive sin embargo en la marginación y la ceguera: una contradicción entre su vocación y su realidad. Como muchos hoy, se encuentra inmóvil, necesitado de que alguien lo llame, lo levante, lo mire.

El grito que Jesús escucha

A pesar de las voces que lo reprenden, Bartimeo no se rinde: grita aún más fuerte. Y ese grito, lleno de fe, es el que detiene a Jesús. El Papa León XIV nos recordó que no hay ningún clamor que Dios no escuche, incluso cuando nosotros no somos plenamente conscientes de estar dirigiéndonos a Él. La súplica de Bartimeo –«¡Hijo de David, ten piedad de mí!»– es una oración breve, sincera, y poderosa: una de las más queridas en la tradición de la Iglesia oriental.

Lo más llamativo, comentó el Papa, es que Jesús no se acerca de inmediato, sino que llama a Bartimeo a levantarse por sí mismo. Es un gesto de confianza: el primer paso de la sanación es ponerse de pie. Pero para hacerlo, Bartimeo debe arrojar su manto, esa prenda que representa su única seguridad como mendigo. El Santo Padre explicó que muchas veces son nuestras aparentes seguridades las que nos impiden caminar hacia Jesús. Soltar el manto significa exponerse, dejar atrás las defensas y abrirse a la verdadera curación.

Levantar la mirada

Jesús le pregunta: «¿Qué quieres que haga por ti?». No es una pregunta obvia. Como recordó el Papa, hay quienes prefieren no sanar para evitar el peso de la responsabilidad que viene con la libertad. Pero Bartimeo responde con profundidad: quiere volver a ver, sí, pero también quiere levantar la mirada, recuperar su dignidad.

El verbo griego que utiliza el evangelio –anablepein– implica no solo ver físicamente, sino elevar la mirada hacia Dios, salir del encorvamiento del alma. Bartimeo no solo quiere luz en sus ojos, sino también una vida nueva, digna y plena.

La fe que nos pone en camino

La catequesis concluyó con una verdad central: es la fe la que salva a Bartimeo. Jesús le dice: “Tu fe te ha salvado”, y no le ordena seguirlo. Sin embargo, Bartimeo elige seguir a Jesús libremente, eligiendo al que es el Camino.

El Papa León XIV nos dejó una exhortación clara: presentar nuestras heridas a Jesús con confianza, clamar también por quienes no tienen fuerzas para hacerlo, y estar seguros de que Él se detendrá a nuestro lado.

Un mensaje de esperanza para el mundo

Antes de concluir la audiencia, el Santo Padre elevó una oración por las víctimas del trágico suceso ocurrido en una escuela en Graz, Austria, un gesto de cercanía y compasión que refleja su constante atención a los dolores del mundo.

La catequesis de hoy no fue solo una reflexión bíblica, sino una llamada al corazón: a gritar sin miedo, a levantarse con esperanza, a caminar con Jesús, y a creer que siempre hay una salida cuando Él nos llama por nuestro nombre.

 

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