En la Audiencia General de este miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV continuó con el ciclo de catequesis del Jubileo 2025, centrado en el tema “Jesucristo, nuestra esperanza”. En esta ocasión reflexionó sobre la resurrección de Jesús, subrayando que en ella se encuentra “el centro de nuestra fe y el corazón de nuestra esperanza”.
El Santo Padre destacó que la resurrección no fue un acto de revancha ni de estruendoso poder, sino la manifestación humilde de un amor capaz de levantarse después de la derrota. “El Resucitado no regresa con gestos de potencia, sino que manifiesta con mansedumbre la alegría de un amor más grande que cualquier herida y más fuerte que cualquier traición”, afirmó.
Las heridas como signo de amor y reconciliación
Comentando el pasaje evangélico en que Jesús se aparece a sus discípulos en el Cenáculo, León XIV recordó que el Señor muestra sus llagas como un signo de reconciliación y no de reproche. “Las heridas no sirven para reprender, sino para confirmar un amor más fuerte que cualquier infidelidad. Son la prueba de que, precisamente en el momento en que hemos fallado, Dios no ha renunciado a nosotros”.
En este sentido, el Papa invitó a los fieles a no ocultar sus propias heridas, como suele hacerse por orgullo o temor, sino a dejarlas transfigurar por la misericordia. “Jesús ofrece sus llagas como garantía de perdón. La resurrección no es la cancelación del pasado, sino su transfiguración en una esperanza de misericordia”, señaló.
“Paz a vosotros”: una misión para la Iglesia
El Pontífice explicó que el saludo de Cristo resucitado, “Paz a vosotros”, va acompañado de una misión: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo” (Jn 20,21). Con estas palabras, dijo, Jesús confía a los apóstoles no un poder, sino una responsabilidad: ser instrumentos de reconciliación en el mundo.
“El centro de la misión de la Iglesia no consiste en administrar un poder sobre los demás, sino en comunicar la alegría de quien ha sido amado precisamente cuando no lo merecía”, afirmó. Y añadió que ese es el origen de la comunidad cristiana: hombres y mujeres que han experimentado el perdón y que, transformados, anuncian al mundo la fuerza de la vida nueva en Cristo.
Saludos y llamamiento por Madagascar
En sus saludos a los peregrinos de lengua española, León XIV los exhortó a pedir al Espíritu Santo que los convierta en testigos de la paz de Cristo, “sin miedo a mostrar las heridas sufridas en el camino y sanadas por su misericordia”.
Finalmente, expresó su dolor por los recientes enfrentamientos en Madagascar entre fuerzas del orden y manifestantes, que han dejado varios muertos y un centenar de heridos. El Papa pidió rezar “para que se evite cualquier forma de violencia y se favorezca la búsqueda de la armonía social mediante la promoción de la justicia y del bien común”.