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El Domingo Digital

León XIV se encomienda a San Pablo: un nuevo pontificado bajo el signo de la gracia

León XIV se encomienda a San Pablo: un nuevo pontificado bajo el signo de la gracia

Chile San Pablo |

Hoy hemos sido testigos de un momento profundamente significativo para la Iglesia: el Papa León XIV ha realizado una conmovedora homilía desde la Basílica de San Pablo Extramuros, junto al sepulcro del Apóstol de los Gentiles. Un gesto cargado de intención espiritual, casi como si nos quisiera decir desde el primer día: “No camino solo, sino con el testimonio de quienes me precedieron en la fe”.

En su intervención, el Santo Padre ha querido volver al origen. A la carta de San Pablo a los Romanos. A los tres grandes temas que atraviesan toda vida cristiana: gracia, fe y justicia. Y lo ha hecho no solo con sabiduría teológica, sino con un tono íntimo y pastoral, como un pastor que comparte con sus fieles lo que lleva en el corazón.

En la raíz de toda vocación está Dios”, nos recordó el Pontífice, citando a San Agustín, para hacer presente que, como el apóstol Pablo, también nosotros hemos sido amados antes de poder amar, elegidos antes de poder elegir. León XIV habló de una gracia que precede y transforma, que alcanza incluso a los que persiguen a la Iglesia, como hizo Saulo. Una gracia maternal, que alimenta al alma con ternura, incluso cuando esta aún no es capaz de nutrirse sola.

Pero el Obispo de Roma no nos presenta una fe mágica o automática. Todo lo contrario. Habló de la “obediencia de la fe” como una respuesta libre, incluso sufrida, fruto de una lucha interior. No se trata de fórmulas, sino de un encuentro real con Cristo que cambia la vida y exige una respuesta concreta. “La salvación no aparece por encanto”, dijo con claridad, precisando que nace del diálogo entre la iniciativa amorosa de Dios y la libertad del hombre.

En ese espíritu, el Papa nos invitó a hacer lo que hizo Pablo tras su conversión: dejarse transformar por el amor y volverse testigos. Testigos del Espíritu que ha sido derramado en nuestros corazones. Testigos de una caridad concreta, que se convierte en cercanía, hospitalidad y fraternidad, como enseñaba San Benito, patrón de la comunidad monástica que custodia la basílica.

Cerrando su homilía, León XIV nos regaló una evocación del Papa Benedicto XVI que caló hondo: “Dios nos ama. Ésta es la gran verdad de nuestra vida”. Y añadió: “Aquí está la raíz, simple y única, de toda misión, incluso de la mía”. No hay otro fundamento para el servicio, el ministerio, la evangelización… que el saberse amados por Dios.

Con estas palabras, el Santo Padre ha comenzado su camino con humildad y con una dirección clara: vivir y anunciar el amor de Dios que justifica, salva y transforma. Nosotros, como comunidad, estamos invitados a caminar junto a él, recordando —como Pablo— que en nuestra debilidad se manifiesta la fuerza de la fe.

Que este nuevo pontificado sea fecundo, que el Espíritu lo sostenga, y que todos podamos redescubrir, con él, la alegría del Evangelio.

 

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