La palabra vocación viene del latín vocatio, sobre vocātus, participio del verbo vocāre, por “llamar”, y el sufijo -ción al respecto de io, como agente de acción y efecto. Este término es también utilizado en un sentido más amplio para designar la llamada que las personas experimentan por una misión particular: humanitaria, profesional, espiritual, científica, etc.
La vocación a la vida consagrada es una llamada divina. Dios mismo suscita vocaciones a través de la oración de los fieles. Es una experiencia espiritual, un despertar que genera inquietud, que luego de un profundo discernimiento concluye con la aceptación y la respuesta afirmativa de la persona elegida.
En la Biblia tenemos una infinidad de relatos sobre el llamado de Dios que toca y transforma la vida de personajes fundamentales en la historia de la salvación. Ante la llamada, es común que los elegidos se muestren asombrados y reaccionen de diferentes manera: con temor, como María (Lc 1, 34); con una gran conciencia de su incapacidad, como Moisés (Éx 3, 11) y Gedeón (Jc 6, 15); y siguiéndole inmediatamente, como Isaías (Is 6, 8), y los primeros discípulos de Jesús (Jn 1, 39 - Mc 1, 18-20). Cada uno de ellos, con su Sí, vio transformada su vida.
Los cuadros estadísticos actuales, lamentablemente, nos hacen constatar la dramática carencia de candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada.
Este mes, las intenciones de la Iglesia en Chile nos instan a orar para que jóvenes generosos respondan afirmativamente a la llamada del Señor.
Como cristianos comprometidos, es nuestro deber orar por las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa y también acompañar y animar a aquellos jóvenes que han dado una respuesta afirmativa al Señor y se encuentran en seminarios y casas religiosas en etapa de formación.
En este año Jubilar, como peregrinos de esperanza, hagamos nuestro el mensaje que Jesús dijo a sus discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha” (Mt 9, 37-38). La tarea es urgente.
En Jesús, María y Pablo,
El Director.