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Rerum Novarum, the social encyclical of Leo XIII

Catequesis del Papa: “¡Vayan también ustedes a mi viña!”

Catequesis del Papa: “¡Vayan también ustedes a mi viña!”

Chile San Pablo |

La Plaza de San Pedro volvió a ser escenario de una emotiva Audiencia General presidida por el papa León XIV, quien continúa habalando a la Iglesia en este Año Jubilar bajo el ciclo de catequesis titulado “Jesucristo, nuestra esperanza”.

En esta ocasión, el Santo Padre centró su meditación en la parábola de los obreros de la viña (Mt 20,4), una de las enseñanzas de Jesús que, como señaló el Pontífice, “alimenta nuestra esperanza” y nos interpela profundamente sobre el valor de nuestra vida, el sentido de nuestro trabajo, y la generosidad de Dios.

Una parábola que habla hoy

Desde su sencillez, la imagen de los trabajadores esperando ser contratados en la plaza del mercado resuena con fuerza en los tiempos actuales. “Nos sentimos a veces inútiles o inadecuados —dijo el Papa— como los obreros que esperan, sin éxito, que alguien los llame”. Y es que, en una sociedad que tantas veces mide el valor de la persona por su productividad o su utilidad, estas palabras tocan una herida muy real.

Sin embargo, en la parábola aparece un personaje inusual: un amo de viña que no solo contrata al inicio del día, sino que vuelve una y otra vez, hasta la última hora, a buscar a quienes nadie ha contratado. “Este amo —comentó el Papa— quiere establecer una relación personal con cada uno, y su insistencia nos recuerda que nuestra vida vale, y que Dios nunca se cansa de salir a buscarnos”.

La lógica de la gratuidad

Al final de la jornada, cuando llega la hora del pago, el gesto del amo desconcierta: da a todos el mismo salario, un denario, sin importar cuánto tiempo trabajaron. Para muchos, esto suena injusto. Pero el Papa León XIV explicó con claridad: “Dios no actúa solo por mérito, sino también por necesidad. Él conoce nuestra dignidad, y su justicia es generosa”.

En un mundo donde cada logro parece tener que ganarse, la lógica del Reino es desconcertante: todos son invitados, todos son llamados, todos reciben lo necesario para vivir. El Papa invitó a ver en esta enseñanza no una injusticia, sino una señal de esperanza: “Dios quiere darnos su Reino, una vida plena y feliz, a cada uno de nosotros”.

Una llamada que no espera

En su exhortación final, el Santo Padre se dirigió especialmente a los jóvenes: “¡No esperen! ¡Respondan con entusiasmo al Señor que los llama!”. Inspirado en san Agustín, recordó que, aunque la recompensa está asegurada, el momento del llamado es incierto. Por eso, la respuesta debe ser hoy. “Trabajando en su viña —afirmó— encontrarás el sentido profundo de tu vida”.

Un mensaje de esperanza

La catequesis concluyó con una invitación a la confianza. “Incluso en los momentos oscuros —dijo el Papa—, cuando sentimos que el tiempo pasa sin respuestas, pidamos al Señor que salga de nuevo a nuestro encuentro. Él es generoso y vendrá pronto”.

La Audiencia finalizó, como es tradición, con el rezo del Padre Nuestro y la Bendición Apostólica, mientras miles de peregrinos, conmovidos por el mensaje del Santo Padre, regresaban a sus hogares con una renovada esperanza: la certeza de que Dios nunca se olvida de ninguno, y que aún la última hora es buena para comenzar.

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