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Rerum Novarum, the social encyclical of Leo XIII

Jesucristo Resucitado: la fuente viva que sacia toda esperanza

Jesucristo Resucitado: la fuente viva que sacia toda esperanza

Chile San Pablo |

En una nueva catequesis del ciclo jubilar “Jesucristo, nuestra esperanza”, el Papa León XIV volvió a situar el corazón de la fe cristiana en la Resurrección de Cristo, presentándola como la fuente inagotable de esperanza para el mundo actual. En medio de una sociedad marcada por el cansancio, la incertidumbre y el deseo de plenitud, el Santo Padre recordó que solo el Resucitado puede colmar la sed más profunda del ser humano.

El deseo de plenitud que habita en el corazón

El Pontífice describió con realismo la condición humana: vivimos entre alegrías y tristezas, logros y frustraciones, sintiendo que “siempre nos falta algo”. Sin embargo, subrayó que no hemos sido creados para la carencia, sino para la plenitud de vida.

“Hemos sido creados para disfrutar de la vida, y de la vida en abundancia”, recordó citando el Evangelio de san Juan (10,10).

Esa búsqueda insaciable de sentido y felicidad encuentra su respuesta no en el éxito ni en el poder, sino en la certeza de que Dios cumple lo que promete. Mientras el optimismo humano puede defraudarnos, la esperanza cristiana —dijo el Vicario de Cristo— promete y cumple, porque tiene su raíz en Cristo Resucitado, “la garantía de nuestra llegada”.

El Resucitado, fuente que no se agota

En una de las imágenes más bellas de su catequesis, León XIV comparó a Cristo con una fuente viva: el agua que refresca, alivia y fecunda la tierra. Sin esa fuente, todo se vuelve árido; con ella, todo florece.

“El Resucitado es la fuente que no se seca ni sufre alteraciones. Cuanto más saboreamos el misterio de Dios, más nos atrae, sin quedar nunca completamente saciados.”

Esa experiencia de plenitud, añadió, ha sido intuida y expresada por los santos. Recordó a san Agustín, quien en sus Confesiones escribió: “Gusté de ti, y siento hambre y sed; me tocaste, y me abrasé en tu paz”. Es la experiencia de quien ha encontrado en Dios la verdadera alegría, la que no depende de las circunstancias.

Una esperanza que camina con nosotros

El Obispo de Roma insistió en que Jesús no responde desde lejos, sino que “se hace compañero de camino” en nuestras fatigas, dolores y búsquedas. Cuando la sed interior se hace insoportable, Él llena nuestra jarra vacía y nos sostiene con su amor.

Frente a los interrogantes más profundos —el sentido de la vida, el sufrimiento, la muerte—, el Resucitado no ofrece teorías, sino presencia. Su amor convierte el caminar humano, a veces errante y sin rumbo, en un peregrinar con destino seguro.

“El Resucitado garantiza la llegada —afirmó el Papa—; nos conduce a casa, donde somos esperados, amados y salvados.”

Una paz que no se acaba

Al final de su catequesis, León XIV invitó a mirar la esperanza no como una idea, sino como una experiencia viva. De la Resurrección brota la paz que, incluso en medio de las pruebas, anticipa la alegría eterna.

“De la Resurrección de Cristo brota la esperanza que nos hace gustar anticipadamente una quietud profunda y gozosa: aquella paz que Él solo nos podrá dar al final, sin fin”, sostuvo.

El Santo Padre concluyó saludando a los peregrinos de lengua española con un llamado especial: pedir al Señor por quienes se sienten desanimados o cansados de la vida, para que en el Resucitado encuentren la paz que solo Él puede dar.

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