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Rerum Novarum, the social encyclical of Leo XIII

“El servicio a la riqueza se convierte en esclavitud”

“El servicio a la riqueza se convierte en esclavitud”

Chile San Pablo |

P. Fredy Peña T., ssp

La parábola del rico epulón y Lázaro pone en evidencia la incompatibilidad entre el se­guimiento a Jesús y el servicio tanto a la riqueza como a los bienes materiales. Es decir, el Señor nos advierte sobre la imposibilidad de servirlo simultáneamente a él, a su Reino y al dinero, puesto que trae como consecuencia el olvido de las mínimas relaciones de justicia y de la finalidad de la vida misma. Si somos justos con el evangelio, en él no se dice que el rico epulón fuera malvado; al contrario, tal vez era un hombre religioso, a su manera. Únicamente veía dentro de su vida y no se daba cuenta de lo que había sucedido a Lázaro. El rico epulón estaba enfermo de mundanidad y sabemos, que la “mundanidad” transforma a las personas, haciéndolas perder la conciencia de la realidad, porque viven en un mundo artificial e irreal. 

Por eso Jesús no es que maldiga a los “ricos”, sino que condena el pecado del rico epulón que consiste en haber hecho caso omiso a la Palabra de Dios, perdiendo la oportunidad de convertirse por no escuchar a Moisés y a los Profetas. En efecto, el rico epulón se fue para el infierno no por sus bienes, sino porque dedicó toda su vida a satisfacer su propio gusto, en vez de emplearla para hacer obras de misericordia. Asimismo, la enseñanza de Jesús no está dirigida especialmente para los “ricos” en dinero o poder, sino también a todos los “materializados” de este mundo, que han endiosado lo mucho o poco que tienen, lo que son o aparentan ser y, por ello, viven de espaldas hacia su prójimo e indiferentes a las necesidades del más frágil.

Jesús enfatiza que el servicio a la riqueza se convierte en esclavitud; ¡tanto!, que puede llegar a perderse la sensibilidad por el que sufre, como también el sentido y la finalidad de la propia existencia humana. Aunque en muchas ocasiones no podremos ayudar materialmente a nuestro prójimo, sí podemos dedicar nuestro tiempo, dar una sonrisa o algún gesto de humanidad, cercanía y caridad cristiana.

El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado” (Lc 16, 22).

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