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Rerum Novarum, the social encyclical of Leo XIII

23 de julio: De la feria. Verde. Santa Brígida, r. (ML). Blanco.

23 de julio: De la feria. Verde. Santa Brígida, r. (ML). Blanco.

Chile San Pablo |

LECTURA Éx 16, 1-5. 9-15

Lectura del libro del Éxodo.

Los israelitas partieron de Elím, y el día quince del segundo mes después de su salida de Egipto, toda la comu­nidad de los israelitas llegó al desierto de Sin, que está entre Elím y el Sinaí. En el desierto, los israelitas comenza­ron a protestar contra Moisés y Aarón. «Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto, les decían, cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea». Entonces el Señor dijo a Moisés: «Yo haré caer pan para ustedes desde lo alto del cielo, y el pue­blo saldrá cada día a recoger su ración diaria. Así los pondré a prueba, para ver si caminan o no de acuerdo con mi ley. El sexto día de la semana, cuando preparen lo que hayan juntado, tendrán el doble de lo que recojan cada día». Moisés dijo a Aarón: «Da esta orden a toda la comunidad de los israelitas: “Preséntense ante el Señor, porque Él ha escuchado sus protestas”». Mientras Aarón les estaba hablando, ellos vol­vieron su mirada hacia el desierto, y la gloria del Señor se apareció en la nube. Y el Señor dijo a Moisés: «Yo escuché las protestas de los israelitas. Por eso, háblales en estos términos: “A la hora del crepúsculo ustedes comerán carne, y por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que Yo, el Señor, soy su Dios”». Efectivamente, aquella misma tarde se levantó una bandada de codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana siguiente había una capa de rocío alrededor de él. Cuando ésta se disipó, apareció sobre la superficie del desierto una cosa tenue y granulada, fina como la escarcha sobre la tierra. Al verla, los israelitas se preguntaron unos a otros: «¿Qué es esto?». Porque no sabían lo que era. Entonces Moisés les explicó: «Éste es el pan que el Señor les ha dado como alimento». Palabra de Dios.

Comentario: De acuerdo con las pala­bras de Moisés, el pueblo recibirá “pan del cielo”, o una suerte de sustento, que a la vez será don y prueba. El mandato apela a la obediencia y a la fe, pues hay que tomar conciencia de lo que significa ese “don” y qué incidencia tiene para la vida.

SALMO Sal 77, 18-19. 23-28

R. El Señor les dio un alimento celestial.

Los israelitas tentaron a Dios en sus corazones, pidiendo comida a su antojo. Hablaron contra Dios, diciendo: «¿Aca­so tiene Dios poder suficiente para preparar una mesa en el desierto?». R.

Entonces mandó a las nubes en lo alto y abrió las compuertas del cielo: hizo llover sobre ellos el maná, les dio como alimento un trigo celestial. R.

Todos comieron un pan de ángeles, les dio comida hasta saciarlos. Hizo soplar desde el cielo el viento del este, atrajo con su poder el viento del sur. R.

Hizo llover sobre ellos carne como pol­vo y pájaros como arena del mar: los dejó caer en medio del campamento, alrededor de sus carpas. R.

ALELUIA

Aleluia. La semilla es la palabra de Dios, el sembrador es Cristo; el que lo encuentra permanece para siempre. Aleluia.

EVANGELIO Mt 13, 1-9

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jesús salió de la casa y se sentó a ori­llas del mar. Una gran multitud se reunió junto a Él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces Él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y éstas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!». Palabra del Señor.

Comentario: Es hermoso el amor de Dios que lanza con cariño las semillas; lástima que muchas veces no estemos disponibles para recibir su Palabra y, lo que es peor, sin “cambiar”. ¿Qué hacer?: Primero, analizar el grado de sintonía entre lo que yo quiero y lo que Dios quiere. Luego, aceptar o no su voluntad –pero nunca estar indecisos–, porque nos mueve a la desesperación y, por último, llevar a cabo la Palabra de Dios en el día. Es decir: Amarlo a él y al prójimo como a nosotros mismos.

 

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