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Rerum Novarum, the social encyclical of Leo XIII

31 de julio: San Ignacio de Loyola, p. (MO). Blanco.

31 de julio: San Ignacio de Loyola, p. (MO). Blanco.

Chile San Pablo |

Leccionario Santoral: 1Cor 10, 31—11, 1; Sal 33, 2-11; Lc 14, 25-33.

LECTURA Éx 25, 8-9; 40, 16-21. 34-38

Lectura del libro del Éxodo.

El Señor dijo a Moisés: «Me harás un Santuario y Yo habitaré en medio del pueblo. En la construcción de la Morada y de todo su mobiliario, te ajustarás exactamente a los modelos que Yo te mostraré». Moisés realizó exactamente todo lo que el Señor le había ordenado. En el segundo año, el primer día del primer mes, se procedió a la erección de la Morada. Para ello, Moisés asen­tó sus bases, colocó sus bastidores, dispuso sus travesaños y levantó sus columnas. Después extendió la carpa por encima de la Morada, y sobre ella colocó la cobertura de la carpa, como el Señor se lo había ordenado. En seguida tomó las tablas del Testimonio y las puso en el arca; sujetó las andas en el arca, y sobre ella colocó la tapa. Entonces condujo el arca hasta el interior de la Morada, colgó el velo que la protegía y así cubrió el Arca del Testimonio, con­forme a la orden que el Señor le había dado. Entonces la nube cubrió la Carpa del Encuentro y la gloria del Señor llenó la Morada. Moisés no podía entrar en la Carpa del Encuentro, porque la nube se había instalado sobre ella y la gloria del Señor llenaba la Morada. En todas las etapas del camino, cuando la nube se alzaba, alejándose de la Morada, los israelitas levantaban el campamento. Pero si la nube no se alzaba, ellos no se movían, hasta que la nube volvía a hacerlo. Porque durante el día, la nube del Señor estaba sobre la Morada, y durante la noche, un fuego brillaba en ella, a la vista de todo el pueblo de Is­rael. Esto sucedía en todas las etapas del camino. Palabra de Dios.

Comentario: La construcción del Santua­rio del pueblo de Israel es para reanimarlo y proyectarlo hacia el futuro como un pueblo santo o santificarlo gracias a esa perma­nencia definitiva del Señor en medio de sus vicisitudes. Y el medio que hace posible esa “permanencia” será el culto, prescindiendo de la estructura monárquica y reemplazán­dola por una teocrática.

SALMO Sal 83, 3-6. 8. 11

R. ¡Qué amable es tu Casa, Señor del universo!

Mi alma se consume de deseos por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne claman ansiosos por el Dios viviente. R.

Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones, junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y mi Dios. R.

¡Felices los que habitan en tu Casa y te alaban sin cesar! ¡Felices los que en­cuentran su fuerza en ti! Ellos avanzan con vigor siempre creciente. R.

Vale más un día en tus atrios que mil en otra parte; yo prefiero el umbral de la Casa de mi Dios antes que vivir entre malvados. R.

ALELUIA Cf. Hech 16, 14

Aleluia. Señor, toca nuestro corazón, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. Aleluia.

EVANGELIO Mt 13, 47-53

Evangelio de nuestro Señor Jesucris­to según san Mateo.

Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los Cielos se parece a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pesca­dores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y sepa­rarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. ¿Comprendieron todo esto?». «Sí», le respondieron. Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Rei­no de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo». Palabra del Señor.

Comentario: De la enseñanza de Jesús nace una riqueza muy iluminadora. El Rei­no de Dios, en su plena y total realización, es ciertamente futuro, “debe venir”, pero también ese reino “ya ha venido” y se en­cuentra también “entre nosotros”, mediante la predicación y las obras de Jesús. Sin embargo, el Señor nos presenta la realidad a la que algún día nos enfrentaremos y solo él sabe cuándo. Por esta razón, su invita­ción es siempre una ocasión para estar en vigilancia y oración.  

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