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Pentecostés: culminación de la Pascua

Pentecostés: culminación de la Pascua

Chile San Pablo |

Por René Rebolledo Salinas, arzobispo de La Serena

En este segundo domingo de junio, la comunidad cristiana celebra la gran solemnidad de Pentecostés, culminación de la Pascua. Finaliza también en este día la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que se iniciara el pasado domingo 1.

En este día, 7 semanas después del gran acontecimiento de la Resurrección del Señor, hacen memoria los fieles del don del Espíritu Santo a los apóstoles y, a través de ellos, a los discípulos misioneros de todos los tiempos.

Son numerosos los textos bíblicos plenos de espiritualidad trinitaria. El Hijo de Dios, Cristo Nuestro Señor, introduce en la misión con que su Padre envía al Espíritu Santo. Estos pasajes reflejan con claridad meridiana el significado para la Iglesia que nace la venida del Espíritu Santo (como ejemplo: Juan 14,15-16, 26; 16,7-8,13, entre otros). Con el acontecimiento de Pentecostés se culminan los hechos que dan nacimiento a la Iglesia universal. 

Contemplamos entre ellos, ante todo la Institución de la Eucarística, como signo de comunión en Cristo; el envío misionero de despedida previo a la Ascensión de nuestro Señor al cielo; la culminación con la efusión del Espíritu Santo a la comunidad apostólica. Los discípulos sencillos y temerosos que siguen a Jesús en los inicios, emergen como la asamblea que se proyecta a lo largo de los siglos, hasta nuestros días y la consumación de los tiempos. La acción del Espíritu derramado en Pentecostés es la vida que sostiene y renueva la Iglesia en cada época y lugar.

Corresponden este sábado 7 y domingo 8 de junio textos bíblicos y litúrgicos que favorecen en los feligreses una comprensión más amplia de la misión del Espíritu en la Iglesia y su acción en sus vidas. Cito los que serán leídos o proclamados en la Eucaristía solemne del domingo 8: la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles 2,1-11; el Salmo responsorial es el 103, 1.24.29-31. 34; la segunda lectura de la 1a Carta a los Corintios 12, 3-7. 12-13 y el Evangelio de Juan 20, 19-23.

El Señor había prometido a los suyos el don del Espíritu Santo. Él cumple su promesa enviándolo a la primera comunidad. Es el mismo Espíritu por el cual Cristo resucitó que en Pentecostés obra la transformación de los apóstoles, quienes emprenden fortalecidos la misión: “Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar...” (Hch 2, 4).

El Prefacio, al centro de la celebración eucarística de este día, expresa en una síntesis preciosa que el Espíritu Santo es la plenitud del misterio pascual, que la comunidad ha celebrado durante 7 semanas. Precisamente, en griego Pentecostés significa día quincuagésimo, vale decir, siete por siete más uno, plenitud para el mundo judío: “Para llevar a su plenitud el misterio pascual, enviaste hoy el Espíritu Santo sobre aquellos que habías adoptado como hijos, haciéndolos partícipes de la vida de tu Hijo Único”. Enfatiza, además el Prefacio lo que el Espíritu posibilita, la obra misionera, la comunión y la confesión de una misma fe: “el mismo Espíritu que, al nacer la Iglesia, dio a todos los pueblos el conocimiento del Dios verdadero y unió a las diversas lenguas en la confesión de una sola fe”.

Invoca en este día la comunidad cristiana la venida del Espíritu Santo, a fin de que renueve a todos sus miembros, impulsándolos a ser verdaderos y auténticos discípulos misioneros del Señor, llevando su Evangelio de vida hasta los confines del mundo.

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